Con la orden de despliegue de la Guardia Nacional estadounidense a la frontera con nuestro país, Trump agregó un elemento sorpresa a su paquete de ataques contra México, logrando poner en jaque al gobierno nuevamente.
Trump, ignominia para los mexicanos
La militarización fronteriza no es una novedad para México. Los dos predecesores de Trump recurrieron a esta maniobra por los mismos motivos: detener el contrabando de drogas y el paso de delincuentes y migrantes ilegales. En ambos casos, no se registraron implicaciones relevantes en la relación México-Estados Unidos.
Mediante la Operation Jump Start, George W. Bush envió 6,000 elementos de la Guardia Nacional para ayudar a la Patrulla Fronteriza durante dos años. Con la Operation Phalanx, Barak Obama desplegó 1,200 soldados para brindar apoyo técnico y detectar incursiones durante poco más de un año. En todo caso, las implicaciones importantes fueron para el erario estadounidense, pues de acuerdo con la Government Accountability Office, las dos operaciones juntas costaron 1,350 mdd, recursos que salieron de las arcas del Departamento de Defensa.
Al amparo del recurso legal utilizado por Trump (Sección 502 del Título 32, del Código de Estados Unidos), la Guardia Nacional puede participar en actividades policiales, pero tiene restricciones en los arrestos e incautaciones por lo que, hoy por hoy, estos deben ser realizados por la Patrulla Fronteriza. Adicionalmente, si bien el Departamento de Defensa es el encargado de transferir los recursos económicos, el gobernador del Estado es el que tendrá el mando en la misión, problema eludible considerando que tres de los cuatro gobernadores fronterizos son republicanos y que Arizona y Texas ya manifestaron su disposición en contribuir con el despliegue de elementos.
En contraste con lo sucedido con Bush Jr. y Obama, la indignación que ahora surge se debe a que la medida es implementada por Donald Trump, el gobernante estadounidense que más ha insultado a México y a los mexicanos desde la guerra entre ambos países.
La militarización no tiene lógica
En los últimos días Trump se ha topado con el poder fáctico del Congreso estadounidense. Seguramente recibir 1.6 mmdd para construir “cercas” cuando se desean 25 mmdd para construir un muro, debe ser frustrante. Sin embargo, los golpes que ha recibido de su propio cuerpo legislativo no justifican la militarización como recurso para atender la situación fronteriza, que tampoco justifica la construcción del muro.
Breves de Trump: Guardia, víctimas de trata, China
En el tema de las drogas, el Departamento de Seguridad Nacional ha demostrado que la cocaína, la heroína y el fentanilo entran a Estados Unidos por los puertos de entrada oficiales. Respecto a la inmigración ilegal, actualmente el número de personas que ingresan por la frontera sur está en su punto más bajo en seis años y la tendencia hoy es entregarse para alegar "temor" y solicitar asilo en Estados Unidos.
Con estos antecedentes, la militarización de la frontera más patrullada del orbe no tiene mucha lógica, pero sí la tiene en el contexto de las elecciones intermedias en Estados Unidos, al buscar compensar la fallida construcción del muro, y de pasada se convierte en un factor de presión para nuestro país.
Salvar el TLCAN
En México ha habido una condena y rechazo unánime a la militarización. Algunos señalan que se debe condicionar el apoyo en materia de seguridad y otros dicen que el acto debe ser denunciado ante las Naciones Unidas, cuando en realidad México está dispuesto a todo para salvar el TLCAN; ante esta situación Estados Unidos tiene amarrados a su favor todos los temas de la relación bilateral.
Es cierto, las recurrentes ofensas y amenazas de Trump nos indignan a todos los mexicanos, pero que eso no nos distraiga del problema real en nuestras fronteras. Del lado mexicano, desde hace años existen cuestiones que los sucesivos gobiernos no han resuelto y en las que ahora además hay conflictos de interés legítimos, que chocan con los de los grupos del crimen organizado que tienen rutas y plazas, y que cobran derecho de piso a casi toda actividad legal. Del lado estadounidense, el tema del crimen organizado es administrado de tal forma que para Trump, y una parte de sus electores, es más fácil culpar a los mexicanos que aceptar la complejidad de estos dos territorios, que de alguna manera conforman un solo ecosistema social.
La debilidad de México frente a Trump es producto de la incapacidad gubernamental para resolver conflictos de gran data dentro y fuera de nuestras fronteras. Ahora, estamos a la espera de un tuit para conocer la reacción de Trump al mensaje del presidente Peña Nieto, cuando, desde el inicio, el rechazo y condenas a la militarización de la frontera eran un riego calculado por la Casa Blanca.
Notable, discurso de EPN a Trump: The Washington Post
Así las cosas, ¿qué esperamos de Trump? ¿Qué se retracte? ¿Qué nos pida una disculpa? Lo más probable es que nos aplique la misma estrategia que a China. En plena guerra comercial Trump tuiteó:
El presidente Xi y yo siempre seremos amigos, no importa qué suceda con nuestra disputa comercial…
La actitud de Trump hacia México y los mexicanos no cambiará, tanto por motivos electorales como por su posición ideológica. No se alteró ni un ápice con la invitación a México en agosto de 2016, ni con la renegociación del TLCAN, ni cambiará con nada que haga la administración actual o la venidera.
La defensa de los intereses de los mexicanos empieza en el territorio nacional, desde la frontera norte a la sur. Hoy más que nunca es necesario exigir responsabilidad y resultados al gobierno de México en temas tales como corrupción, pobreza, seguridad, transparencia, derechos humanos, estado de derecho y lucha contra el crimen organizado, entre otros. En la medida en que resuelvan las tareas pendientes al interior, dejaremos de estar a merced de cualquier tuit del exterior.