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“La conjura de los necios”

Obra maestra de la literatura norteamericana. | Jorge Iván Garduño

Por
Escrito en OPINIÓN el

Dentro del inmenso universo literario, no encuentro una referencia cercana al perturbador personaje creado por John Kennedy Toole, Ignatius J. Reilly, protagonista del extraordinario libro “La conjura de los necios”.

Y no hallo esa referencia, ya que Reilly es un muchacho que pretende dejar de ser un joven demostrándolo por lo que plasma en papeles que escribe con su mordaz intelecto; mas no se le puede considerar un adulto, ya que está atenido por cuenta propia al cordón umbilical materno y a la vez justifica sus acciones por ser éstas obra de un ente superior al que designa como Fortuna. Veamos si lo puedo explicar mejor.

Ignatius Reilly cuenta con 30 años de edad, vive con su madre eternamente acongojada por él en un departamento muy estrecho en los barrios bajos de la Nueva Orleans de mitad del siglo XX. Un tipo no muy alto y con un sobrepeso que lo hace ver descomunalmente grande. Cursó estudios universitarios en el instituto de mayor prestigio de la ciudad y ahora que ha concluido con ellos, no se le ve ni el más mínimo asomo por dedicar su vida a la productividad.

Con aires de superioridad intelectual y la certeza de pertenecer a una clase superior a cualquier otro mortal, nuestro héroe nos arranca grandes carcajadas a través de las múltiples peripecias que debe soportar de una sociedad obstinada y necia.

Toole, a través de su pluma bien delineada, nos conduce por un sendero picaresco a conocer a los personajes de esta “conjura” que se torna real desde el primer párrafo leído. La trama por momentos nos parecerá de lo más previsible, pero la resolución que toman los actores hará que sintamos al mismo tiempo por ellos, una simpatía y un desagrado imposible de expresar y se creará el marco perfecto para que el desenlace de cada uno de ellos sea inimaginable y de lo mejor logrado dentro de la literatura norteamericana.

Es así, que conforme uno avanza en la lectura, nos toparemos con individuos extravagantes, insólitos e incluso alguno que otro advenedizo, creando del mundo esta realidad conformada por dos caras sin fronteras: el cielo y el infierno. Donde la última tiende a ganar generalmente. Situaciones en las que no podremos abstenernos de desear que se resuelvan de manera contraria, mas a estas alturas ya formaremos parte de “La conjura de los necios”.

La historia de este escritor norteamericano, es tan trágica como la vida de sus personajes y con un desenlace maravilloso como el de la novela misma.

Un escritor incomprendido en su tiempo

John Kennedy Toole vio la luz por primera vez el año de 1937 en la ciudad de Nueva Orleans, EE. UU., creció en el ambiente de los barrios bajos de la ciudad; la trama de esta farsa picaresca transcurre en el mismo lugar.

Toole luchó cerca de 10 años por la oportunidad de que su novela fuese editada, todas le fueron negadas al ser incomprendida la psicología de sus personajes; Ignatius Reilly se nos presenta como un ser incomprendido, incluso por nosotros mismos.

Kennedy Toole al creerse un escritor fracasado decide quitarse la vida en 1969; J. Reilly al percatarse de la conjura que se cierne en torno a él, se ve obligado a abandonarlo todo en un final trepidante.

John Kennedy Toole tuvo que esperar otros 10 años después de su muerte, para ser considerado como uno de los más fabulosos novelistas norteamericanos de todos los tiempos; “La conjura de los necios” esperó el mismo tiempo para ser valorada y que se le asignase el lugar que hoy día ocupa (gracias en gran medida a la perseverancia y “necedad” de la madre de Toole), y en 1981 se le otorgó el premio Pulitzer.

Démonos cuenta que los personajes recreados en esta novela, brotan del libro formando a seres de carne y hueso con una psicología bien delineada, y si somos tan perspicaces como ellos, nos percataremos que habitan ya en nuestro alrededor.

Dejémonos conquistar por Ignatius Reilly, “sin progenitor en ninguna literatura, una especie de Oliver Ardí delirante, Don Quijote adiposo y Tomás de Aquino perverso, fundidos en uno” dicho en palabras de Walker Percy. Seremos testigos junto con Reilly y su inseparable gorra de cazador verde, de la mayor conjura contra un genio. “Qué inocente he sido, qué ingenuo. He sido, durante semanas, la víctima inocente de una conspiración. ¡Todo esto es un complot!”.

José Saramago, un intelectual ateo @plumavertical  | @OpinionLSR | @lasillarota