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Javier libró el cáncer y una parálisis; derrotó a la covid y renació

Hombre de fe, su vida ha estado marcada por la tragedia y la enfermedad; recuperado del coronavirus ahora solo le perturba el no haber encontrado a su hermana

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Escrito en ESTADOS el

MONTERREY.- Javier ha tenido una vida difícil, pero también bendecida; sobrevivió a un cáncer, a una parálisis y a la covid. "La adversidad me ha hecho más sensible a la gente, a sus causas, trabajo la espiritualidad y estoy en paz", afirma.

Nació en Tampico, Tamaulipas, hace 65 años, pero su físico es el de un hombre fuerte, sus facciones y movimientos son de un cincuentenario. Hijo de un militar y una ama de casa, a los 12 años junto con sus dos hermanos menores - un hombre y una mujer- quedaron huérfanos de padre y madre.

Todas las vicisitudes de la vida las ha sorteado con valor y éxito, pero lleva una en lo más profundo de su alma y que, le encantaría resolver: encontrarse con su hermana, quien tras la muerte de sus padres, Aracely, entonces de dos años fue entregada en adopción por las autoridades tamaulipecas.

"Tenía dos años la niña, mi hermano seis y yo doce. Nos llevaron a Ciudad Victoria a lo que ahora es el DIF, de ahí me mandan por la edad, a Monterrey, a la Ciudad de los Niños, del padre Carlos Álvarez. Luego llegó mi hermano y de Aracely nunca supimos más, sólo que se entregó en adopción".

Su padre y su madre sufrieron un accidente en Tamazunchale, San Luis Potosí, él murió y ella quedó gravemente herida con estallamiento de vísceras que requirió de tres operaciones, en la tercera murió.

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Javier recuerda que de pronto llegaron autoridades y los llevaron a Ciudad Victoria, nunca supo de las propiedades de la familia, quizá algún mal familiar maniobró para mandarlos en 1969 a las autoridades y quedarse con ellas.

"Eventualmente viajo a Tampico por trabajo o nostalgia y paso a propósito para observar la casa donde vivimos", rememora.

Ya instalado en la Ciudad de los Niños, en Guadalupe, Nuevo León, Javier creció, estudió hasta la preparatoria, se formó en la disciplina del lugar que dirigía el conocido "Padre Álvarez". Ahí también estuvo su hermano.

En la mayoría de edad salieron del lugar a enfrentarse a la vida y Javier hizo la suya; tuvo diversos trabajos de cierto nivel hasta que aprendió todo lo relativo a la instalación de paneles solares, lo que le permite vivir con holgura y comodidad, pues él mismo es su empresa.

LA ENFERMEDAD, PARTE DE SU VIDA

En 1994 observó el nacimiento de una pequeña bolita en el cuello, algo parecido a una espinilla, que luego creció. Los médicos atribuían a una infección bucal, un absceso.

"Cuando llegó la fiebre y el crecimiento de la bola me enviaron a exámenes, a una biopsia, fue un cáncer maligno. Otro examen recalcó la existencia del mal, luego vino la primera quimioterapia aplicada en cuatro horas, después, otras 11".

Durante un año cumplió con lo establecido por la ciencia médica lo que le trajo mejoría.

"Entonces me dieron un tratamiento de revisión semestral y me dije, le entro a la herbolaria".

Hombre de mucha fe se dio cuenta que el problema no avanzó. Visita a los médicos en noviembre de 2016, mayo del 17 y mayo de 2018. Todo marchaba bien y hasta se dio el lujo de correr una carrera de cinco kilómetros.

El médico se molestó porque corrió e interrogó sobre qué estaba haciendo para la mejoría pues estaba exento del cáncer, a lo que respondió: "Medio litro de miel natural, una hoja de sábila de 50 centímetros, limpia sin la piel y tequila. Todo licuado y guardado en un frasco oscuro de vidrio en el refrigerador. Una cucharada sopera tres veces al día por tres meses, uno de descanso y otra tres meses, suficiente".

"Házme una lista de lo que hiciste y a ver si recomendamos a pacientes, quiero que la gente se recupere y sane", le replicó el médico.

LA PARÁLISIS

Fue un domingo de septiembre de 2019 cuando se encontraba en una fiesta infantil familiar y, al salir del salón de eventos abrió la puerta y sintió en sus oídos el enorme ruido del sonido que, le entró por el derecho y salió por el izquierdo. "Solo dije ay, eran casi las dos de la tarde".

"Fuimos a comer mariscos y cuando tomaba refresco se me sale el líquido por un lado de la boca; mi mujer se da cuenta de lo que me pasa, voy al sanitario y en el espejo me veo la cara torcida. Me recosté en casa, no quise ir al médico y quedé dormido; desperté. Después vi la cosa más impresionante: la mitad de la cara estaba más torcida; decidí dormir y al día siguiente me fui a consulta al IMSS".

Con terapias, decide pedir opiniones con distintos médicos. En estudios que se reveló que tenía glucosa alta, lo que pudo originar las causas de la parálisis que atendió con rayos ultravioleta, rehabilitación facial y medicamentos.

LA PANDEMIA

En octubre pasado llegó a una cafetería y las meseras le observaron que se sentía mal.

Los exámenes le arrojaron positivo al coronavirus y se guardó en casa donde soportó fiebres y dolores corporales.

"Nunca creí en ninguna de los tres casos que me iba a morir, ni siquiera me puse inquieto al saber del cáncer. Será porque tengo mucha fe, siempre enfrentando las adversidades con valor, entereza, creencia en un Dios, o tal vez no me ha caído el veinte del tamaño de las situaciones que he enfrentado", reconoce.

Hoy Javier hace su vida normal, procura hacer el bien y ayudar al necesitado. Está en paz, solo le perturba el que nunca haya encontrado a su hermana, pese a buscarla y rastrearla. "Ojalá con la entrevista puede aparecer algún indicio", dice.