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Histórico juicio en la Santa Sede

Por vez primera se procesa a un cardenal. | Fred Álvarez

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Escrito en OPINIÓN el

Su Eminencia, el cardenal Giovanni Angelo Becciu, quien fuera uno de los hombres más poderosos de la Curia vaticana, se enfrenta desde el pasado martes 27 de julio en el banquillo de los acusados; se le acusa de malversación de fondos, fraude y abuso de oficio, entre otros delitos.

El proceso penal busca esclarecer si los acusados invirtieron de manera fraudulenta unos 350 millones de euros en 2013 en un edificio de Londres con fondos del Óbolo de San Pedro, que guarda donaciones para financiar obras de caridad.

El histórico proceso penal empezó en una sala especialmente habilitada del Museo Vaticano, a puerta cerrada y sólo con la presencia de algunos periodistas de la fuente. El hecho se ser a puerta cerrada, obedece a las recientes normas dictadas por el papa Francisco que asignan los procesos penales a cardenales y obispos a la justicia ordinaria, y no al Tribunal de Casación (Supremo).

Junto con el Cardenal están siendo juzgado René Brülhart, Mons. Mauro Carlino, Tommaso di Ruzza, Nicola Squillace, Fabrizio Tirabassi, Enrico Crasso, Cecilia Marogna, Raffaele Minciono y Gianlugi Torzi.

En el juicio se acusa a cuatro sociedades: HP Finance LLC, Logsic Humanitarne Dejavnosti, Prestige Family Office y Sogenel Capital Investment.

Se trata de un proceso judicial complejo y sabemos será largo.

El juez del jurado llegó puntual y preguntó si era necesario leer los cargos de acusación: no había necesidad. De inmediato la defensa de cada una de las partes, presentaron sus objeciones al proceso, como la falta de tiempo para consultar el sumario, o los errores del tribunal en el envío del material.

La sesión según el periódico ABC duró siete horas, y concluyó con la convocatoria de la próxima audiencia para el 5 de octubre, de modo que las partes puedan prepararse adecuadamente.

La investigación comenzó en julio de 2019 tras una denuncia del propio Instituto para las Obras de Religión (el IOR otrora conocido como Banco Vaticano) y de la Oficina del Revisor General.

Debemos precisar que cuando se hizo la transacción el alto prelado era el Sustituto de la Secretaría de Estado del Vaticano, y se habría valido de su cargo para hacer esas y otras presuntas trapacerías.

Su carrera en la curia iba en ascenso, incluso se consideró papable, ya que fue considerado como muy cercano al papa Francisco.

En febrero de 2017, Francisco lo nombró delegado pontificio ante los Caballeros de Malta, después de la crisis que culminó con la renuncia del gran maestro, Matthew Festing y meses después, en mayo de 2018, el Santo Padre lo nombró prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, sucediendo en cargo a Angelo Amato, con ello se colocó en el rango de papable…

Por eso, fue una sorpresa cuando a las 20 horas del 24 de septiembre de 2020 se emitió un comunicado -un hecho inusual-, donde se anunciaba su renuncia al cargo de Prefecto y de todos los derechos relacionados con el cardenalato.

La decisión fue una sorpresa, considerando que estaba previsto que el alto prelado presidiera la beatificación de Carlo Acutis el sábado 10 de octubre en la ciudad de Asís en Italia en donde reposan sus restos.

¡Fue un gran escándalo mediático!

Al día siguiente el prelado convocó a una conferencia de prensa, y se presentó entonces como víctima de una operación en su contra y clamando a viva voz su inocencia.

¿De qué se trata, dijo? Aceptó que habría enviado un giro de 100 mil euros del Óbolo de San Pedro a una cooperativa de Ozieri, el pueblo de Cerdeña de donde es oriundo y “brazo operativo de Cáritas”, que maneja uno de sus hermanos. Explicó que lo hizo para ayudar a su diócesis, donde hay mucha pobreza y desocupación y que por ende no había hecho nada de malo.

Precisó que no tienen problemas ya que el “sustituto” estaba facultado a utilizar el Óbolo de San Pedro para fines caritativos.

El asunto de la renuncia no era sólo por lo del Óbolo sino por las trapacerías en la compra del inmueble.

Comentó entonces, que a las 18:02 horas de aquel día de su renuncia se sentía amigo de Francisco “un fiel servidor del Papa, pero después el Papa me dijo que ya no confiaba en mí porque le llegó una señalación de los magistrados de que yo habría cometido actos de peculado”, relató Becciu, que admitió sentirse “destruido”.

Detalló que el papa Francisco, en los 20 minutos que duró su “nada sereno” encuentro, apareció “sufriente”, “turbado”. Fue cuando le pidió la renuncia, y él por “obediencia” aceptó presentarla tanto a su cargo en la Curia como a sus derechos cardenalicios: “daría mi vida por el Papa”, aseguró en la rueda de prensa…

Entonces lo vimos destrozado, en unos minutos se acabó su carrera eclesial, sin embargo, seguirá siendo cardenal, pero no tendrá derecho a participar en un cónclave ni en un consistorio. Empero, siguió viviendo por autorización papal en su departamento del Vaticano.

Se le preguntó entonces quién pensaba que estaba detrás de la que consideraba una campaña mediática en su contra, quiénes eran sus enemigos, empero, Becciu, no mencionó a nadie. “No sé si soy objeto de una vendetta, no lo sé, yo sólo cuento los hechos, no tengo mentalidad conspiracionista”, dijo.

Preguntado por su relación con el cardenal George W. Pell, que siempre lo acusó de frenar las reformas de las finanzas y le negó acceso a las cuentas reservadas de la Secretaría de Estado, Becciu admitió “contrastes profesionales”: “él veía las cosas de un modo y nosotros de otro”, dijo.

El caso del Cardenal Pell fue un asunto perverso.

Becciu, según medios italianos habría renunciado al cargo y a los derechos del cardenalato por haber sido descubierto por enviar cientos de miles de euros de fondos vaticanos a Australia durante el juicio contra el Cardenal Pell.

Según Il Messaggero, los fondos habrían sido hechos por Mons. Alberto Perlasca, quien trabajó junto a Becciu durante varios años en la Secretaría de Estado, sus revelaciones señalan que el dinero habría servido para financiar tanto a los testigos contra George Pell y ambos para montar la campaña mediática para exigir condena.

Pell fue el primer prefecto de la Secretaría de Economía en el Vaticano, un dicasterio creado por el Papa Francisco en 2014 para alcanzar la transparencia financiera en la curia; pero en 2017 Pell decidió ausentarse para volver a Australia y defenderse en el juicio.

Hasta que el 7 de abril de 2020 y luego de pasar 405 días en la cárcel fue absuelto de todo cargo que le había impuesto un tribunal australiano por delitos sexuales ocurridos en el pasado.

Fue un asunto de la perversión de la justicia australiana, y a la fecha no se le ha pagado la reparación del daño a Pell. Iluso de mi pensé que Francisco lo iba a restituir en el cargo.

Incluso Robert Richter, abogado del cardenal Pell, pidió se llevará una investigación exhasutiva sobre si el purpurado ha intervenido en el proceso penal en contra de Pell, concretamente se informe sí parte del dinero supervisado por Becciu hubiese sido usado para pagar a testigos en el juicio.

Entonces el abogado de Becciu, Fabio Viglione, negó categóricamente que el cardenal italiano “tuviese cualquier injerencia en el juicio del cardenal Pell”-.

El caso del Cardenal Pell es un asunto perverso, lo seguí de cerca, siempre creyendo en la presunción de inocencia.

Pero el juicio en contra de Becciu no va por ahí, hasta donde sabemos, la próxima cita con la justicia será el próximo mes de octubre.

Los jueces encabezados por el fiscal antimafia retirado, italiano, Giuseppe Pignatone, quien a su vez es asistido por los promotores de justicia Alessandro Diddi y Roberto Zannotti, deberán decidir si Becciu y acusados cometieron delitos de corrupción, malversación de fondos, lavado de dinero, fraude, extorsión y lo que resulte…

Antes de marcharse, de la sala el cardenal Becciu se acercó a los periodistas y les dijo que “siempre he obedecido al Papa, que es quien me ha enviado a juicio. Me ha encomendado muchas misiones en mi vida, ahora ha querido que venga a juicio y estoy viniendo a juicio”, subrayó.

Dijo estar con la conciencia tranquila, y confiar en que "los jueces comprenderán los hechos y espero de veras que reconozcan mi inocencia”; asegura que tiene documentos y testigos que probarán su inocencia.

Además, anunció que este no será su último proceso penal ya que prepara una denuncia contra Monseñor Alberto Perlasca y a la señora Francesca Immacolata Chaouqui por calumnias, por las graves falsedades que han dicho sobre mí y que aparecen en los documentos del proceso.

Daremos seguimiento

Al margen:

¿Quién ha sido Becciu?

Originario de Pattada, de la provincia de Sassari, Italia. Recibió la ordenación sacerdotal en 1972 de las manos del obispo Francesco Cogoni, entonces ordinario de la diócesis de Ozieri, donde el nuevo sacerdote fue incardinado.

Tras obtener su título en Derecho Canónico comenzó a trabajar en el servicio diplomático de la Santa Sede en 1984; laboró en diversas nunciaturas apostólicas, entre ellas las de República Centroafricana, Nueva Zelanda, Reino Unido, Liberia, Francia y Estados Unidos.

El 15 de octubre de 2001, el papa Juan Pablo II lo nombró nuncio apostólico en Angola y arzobispo titular de Roselle; un mes después también lo nombró nuncio apostólico en São Tomé e Príncipe.

Ese primero de diciembre recibió la ordenación episcopal de manos del cardenal Angelo Sodano, entonces secretario de Estado Vaticano.

En julio de 2009, Benedicto XVI lo transfirió a la nunciatura apostólica de Cuba.

En mayo de 2011 fue nombrado secretario para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado de la Santa Sede, sucediendo al arzobispo Fernando Filoni, nombrado prefecto de la Congregación para la evangelización de los pueblos, encargo en el que es confirmado en 2013 por el Papa Francisco.

El 2 de febrero de 2017, Francisco lo nombró delegado pontificio ante la Orden de Caballeros de Malta para resolver la crisis afrontada por la crisis de la Orden que culminó con la renuncia del gran maestro, Matthew Festing.

El 20 de mayo de 2017, al término del Regina Coeli, el Papa anunció su creación como cardenal en el consistorio del próximo 29 de junio.

Y meses después, en mayo de 2018, el papa jesuita lo nombró prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, sucediendo en cargo a Angelo Amato, con ello lo elevó al rango de papable.

En septiembre de 2020 se le pide la renuncia al cargo, y es llevado a tribunales...