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Falta esclarecer participación de Echeverría en la guerra sucia: Muñoz Ledo

Muñoz Ledo, quien fue secretario de Trabajo en el sexenio de Luis Echeverría, asegura que el expresidente es “un político integral, 24 horas”

Escrito en NACIÓN el

El papel de Luis Echeverría en acontecimientos como la masacre estudiantil del 2 de octubre de 1968, el halconazo del 10 de junio de 1971 y la Guerra Sucia, que reprimió a distintos movimientos sociales y subversivos, debe esclarecerse, consideró Porfirio Muñoz Ledo, quien fue subsecretario del expresidente, y también secretario del Trabajo en su gobierno.

“Que se escriban los libros que sean necesarios, que se esclarezca lo más profundamente, ya es suficiente, se ha adelantado la cinematografía, la escritura, una gran monografía sobre los acontecimientos es necesaria para sanar la vida del país”.

Muñoz Ledo, quien a finales del sexenio de Echeverría fue dirigente del PRI y después ha tenido una trayectoria variopinta, que incluye haber renunciado al PRI en 1987, haber encabezado el Frente Democrático Nacional junto con Cuauhtémoc Cárdenas, fundar el PRD, ser candidato presidencial del PARM, y ahora morenista, donde ya fue diputado federal, no reniega de su paso en el gobierno de Echeverría.

Entrevistado por La Silla Rota, recuerda el intenso ritmo de trabajo del entonces presidente, también describe el ambiente anticomunista del entonces encargado de la Dirección Federal de Seguridad, Fernando Gutiérrez Barrios, cuyos informes etiquetaban a todos de comunistas, incluido a Muñoz Ledo, y menciona que Echeverría trabajó para no heredarle los movimientos subversivos a su sucesor, José López Portillo.

Pero sobre el trato a la guerrilla, dice que no platicaba con el entonces presidente -que este 17 de enero cumplió 100 años- porque no era de su incumbencia. Pero reconoce que sí hubo represión en el gobierno echeverrista.

¿Qué representó para usted haber formado parte del gobierno de Luis Echeverría, como secretario del Trabajo y, después, como dirigente del PRI?

Una excepcional y extraordinaria experiencia política. Mi comienzo en la toma de decisiones políticas que afectaron al país, por lo tanto, para mí fue una enorme curva de aprendizaje. Primero, él me invitó a colaborar en su campaña antes de ser electo presidente de la república, para dar forma a lo que él llamó la renovación del discurso de la revolución mexicana.  

La experiencia central fue la de secretario del Trabajo, que fue un hito en la historia del país, porque se otorgaron los salarios más altos de toda la historia sin provocar inflación, hubo una distribución del egreso, la más alta que ha habido en los últimos 50 años. […] Desde el punto de vista ideológico, tuve el honor de ser el presidente del partido en el poder y el jefe de campaña del candidato López Portillo.

¿Qué caracterizó a aquel gobierno?

La voluntad de cambio, aunque todavía tuvo que asumir el rescoldo de la Guerra Sucia, aunque se siga debatiendo sobre la intervención de Echeverría en la cuestión de 1968, pero el hecho es que cuando termina el gobierno, eso ya se había resuelto, prácticamente López Portillo ya no tuvo esos problemas de Guerra Sucia, fue un sexenio de cambio en la organización de fuerzas políticas, de organización del Estado, en las estructuras de poder, en las relaciones en el trabajo, en la ideología nacional, de percepción del mundo; me precio de haber contribuido a todo ello y mando un saludo a Echeverría y a sus familiares.

Porfirio Muñoz Ledo, quien fuera colaborador de Echeverría y participante de la reunión virtual el lunes por el cumpleaños número 100 del expresidente, resaltó que fue un político transformador, producto del priismo en el que se formó y que también fue represor.

También dijo que heredó un país represor y fue un puente hacia un futuro distinto

Muñoz Ledo fue su asesor en su campaña electoral, subsecretario de la Presidencia, responsable de los Informes Presidenciales, así como secretario del Trabajo y Previsión Social. También durante su sexenio fue dirigente del PRI.

Porfirio Muñoz Ledo encabezando un evento en las instalaciones del PRI, en 1976. (Foto: Mediateca INAH)

¿Cómo era el trato con él?

Era muy intenso, porque, desde la campaña electoral, me ofreció en su casa en San Jerónimo un tapanco, arriba, donde iba recibiendo los trabajos que le mandaban. Íbamos leyéndolos y clasificándolos, cada vez que llegaba de la gira platicábamos en la casa o en un hotel que le prestaba un amigo suyo. Como subsecretario presidencial, salvo que él estuviera fuera de la ciudad, yo lo veía diario. Muchas veces trabajamos a la medianoche, era un poco insomne y dormía pocas horas. Como secretario del trabajo no dejé de tener esas tareas. Menos como presidente del partido.

¿Alguna vez platicó con Echeverría sobre el 68?

Nunca. El asunto del 10 de junio sí. Asumimos su versión como cierta para darle carpetazo. Él asumió el compromiso que no debió ocurrir, este discurso de ‘cerremos el camino a los emisarios del pasado’. Era un compromiso formal ante su equipo de trabajo. Ahí estuvo también Fausto Zapata, el subsecretario para la presidencia. Ahí el presidente tomó una determinación de que eso no iba a volver a ocurrir y la cumplió. Era fundamental informar al país y tuvimos que hablar largamente.

¿Sobre trato a la guerrilla, la liga 23 de septiembre?

No eran los temas de mi incumbencia, observaba y veía lo que pasaba y para algunos asuntos yo no estaba de acuerdo con el sistema de información de la DFS, se basaba más en espionaje que en el análisis. Hablé con toda apertura con el subsecretario que era Fernando Gutiérrez, analicé los problemas desde otra perspectiva, desde que llegue vimos informes en que todo mundo era comunista, yo, el secretario de energía, Horacio Flores de la Peña, Carlos Fuentes, Fernando Solana, por haber sido secretario general de la UNAM, Javier Barros Sierra, lo que no acepté jamás de la época anticomunista. 

Venía de la época anticomunista, hombre. Era otra época de la vida del país. Había información sesgada en la época de la Guerra Fría, se modificó.

¿Esa visión pudo modificar cómo se atendió el tema de la guerrilla?

Sí, como no. Eso lo discutí mucho con Carlos Montemayor [autor del libro Guerra en el paraíso, donde aborda el movimiento encabezado por Lucio Cabañas y Genaro Vázquez en Guerrero], experto en el asunto. Fue una misma visión la que se aplicó a todos los fenómenos. Carlos sostiene que los fenómenos de los levantamientos de protestas populares no son cuestiones de temporada o de una moda, sino cíclicos que se presentan en los mismos lugares a través de un periodo largo de la historia. En Guerrero, ahí se produce desde la independencia en los mismos lugares.

Porfirio Muñoz Ledo como presidente de la Cámara de Diputados, en 2019. (Foto: Cuartoscuro)

DESDE LUEGO, HUBO REPRESIÓN

Fritz Glockner afirma en su libro Los años heridos, la guerrilla en México, que Echeverría le dijo que él había mandado a partirle la madre a Cabañas luego del secuestro de Rubén Figueroa.

Eso no lo sé. Lo de Lucio Cabañas es muy anterior, sí desde luego hubo represión, no lo niego, pero lo que digo es que se fue modificando y ya no se heredó, ese fue el tiempo de gozne, en la vida de una comunidad o sociedad, termina un pasado e inicia un futuro, en disminución hasta que cambió. ¿Por qué? Porque los compromisos del poder fueron muy claros: apertura democrática para el desarrollo, fue un libro que publiqué entonces, un dialogo con todos los sectores, Los Pinos estaban llenos todos los días, eso drenó los problemas, fue un proceso que concluyó. Son fenómenos de la historia no solo del país, esa acabó durante el sexenio y empezó otro, eso es lo importante.

Hubo broncas con los empresarios, que culparon a Echeverría de haber azuzado el asesinato de Eugenio Garza Sada, eso fue una situación muy complicada. Eso tuvo consecuencias, los ataques de los empresarios a los libros de texto gratuitos. Sí tuve que ir a Monterrey a tener diálogo de absoluta franqueza, un diálogo de absoluta claridad, me tocó nada menos que atender 65 mil huelgas emplazadas, tres grandes aumentos de 20 % en 73, 21 % en 74 y 23 en 1976. Fue con base en dialogo profundo y a veces desgastantes. Nunca les hice el caldo gordo y siempre les dije la verdad.

¿Hubo intención de Echeverría de mantener su influencia al acabar su gobierno?

No. No. Tenía otra idea. Era la campaña electoral, había un candidato único, José López Portillo. A mí me pidió el presidente encabezar la campaña electoral, le dije eso, que el partido lo hace, que el dirigente era Jesús Reyes Heroles, entonces me dijo usted ocupa el partido. Me dijo textualmente. No voy a intervenir en la campaña electoral y no presentaré un candidato y no lo presentó.

Claro que algunos cercanos a él o personalidades me buscaron y yo entendía que tendrían que haber hablado con el presidente, pero el presidente no me los derivó y nunca me dio alguna consigna en la campaña. López Portillo al principio creía que yo era emisario del pasado, le probé que absolutamente todas las decisiones en materia electoral las tomamos el Comité Ejecutivo Nacional del PRI y su grupo, de eso doy la más absoluta garantía.

Porfirio Muñoz Ledo y el expresidente Luis Echeverría durante el Pacto de Unidad. (Foto: Mediateca INAH)

Alguna vez se preocupó de las reuniones que hacíamos en el Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IEPES). A él lo atacaban mucho a él y su política y me dijo muy consternado, no enojado, “¿licenciado, a qué partido pertenezco yo?”. Al PRI, le respondí. “Entonces, ¿por qué el PRI me ataca?” Le dije “yo no soy responsable de que el licenciado López Portillo sea candidato único, nosotros tenemos que hacer los análisis de los problemas del país, con objetividad. Lo bueno y lo malo. Una función crítica que he mantenido en todos lados”. Me dijo que sí tenía que ser contra el gobierno actual, le contesté que es lo que nos funciona. “Usted mismo lo hizo cuando llegó”.  

¿Siguió viéndolo?

Lo vi varias veces, muy largamente, en la Secretaría de Educación fue a verme, por un asunto que traía en el Centro del Tercer mundo, platicamos, fue muy respetuoso. Luego lo vi en Estocolmo, Suecia, fuimos a un congreso de sociología y cada uno vimos por su lado al primer ministro Olof Palme. Platicamos muy largamente en la noche. Fueron pláticas muy duras y francas, absolutamente horizontales, él escuchó y yo oí sobre la vida pública en el país. Otra fue siendo yo embajador de México en Estados Unidos .

Siempre fue sincero. Yo siempre le dije la verdad, con respeto. De algunos temas de la vida pública era difícil. Sobre los temas underground, debajo de la tierra, no estaba suficientemente informado. No me metía a asuntos policíacos.

¿Considera que está pendiente aclarar cuál fue su papel en la guerra de baja intensidad que dejó cientos de personas asesinadas, desaparecidas o torturadas?

Hay hasta películas, hay una idea clara de que pasó. Finalmente, Echeverría era su subordinado [de Gustavo Díaz Ordaz, en 1968], como era Jesús Reyes Heroles, que tiene su papel, como Alfonso Corona del Rosal, quien era el regente.

Luis Echeverría en su casa, en noviembre de 1998. (Foto: Cuartoscuro)

¿Con cuál frase definiría a Luis Echeverría?

Como un político integral, de 24 horas, de enorme resistencia física y capacidad de trabajo prácticamente ilimitada.


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