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Así es la vida de un chofer de los Arellano Félix

Su destreza tras el volante le dio la oportunidad de pertenecer a uno de los cárteles de la droga del país

Escrito en ESTADOS el

Ante las difíciles condiciones laborales e incluso escolares, la gente tiene que explotar las habilidades que la vida le da para poder sobrevivir.

Así fue el caso de Julián, quien contó en una entrevista con Excélsior como se aferró a su destreza tras el volante.

Sin la preparatoria terminada, se unió al esposo de una de sus primas, quien era policía municipal de Tijuana, para traer vehículos de San Diego, Estados Unidos y venderlos en territorio mexicano.

Tras un tiempo lidiando con constantes operativos ante la sospecha de que vendían partes de autos robados, hecho que era cierto, el uniformado le presentó a dos personas: Filiberto Parra Ramos, “La Perra”, y Teodoro García Simental, “El Teo”.

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Ambos dominaron la plaza del Cártel de Tijuana, también conocido como el de los Arellano Félix.

El oficial alardeo frente a los narcotraficantes sobre las habilidades de Julián al conducir, por lo que le hicieron una prueba para que lo demostrara.

De La Mesa a Otay, Julián hizo tres minutos. Esto pese a haber tráfico. Él iba pegadito a los carros.

Julián paso la prueba y se convirtió en el chofer del Cártel de Juárez.

Se encargaba de llevar y de traer amigos, familiares, paquetes, droga, armas y hasta muertos.

Uno de ello, recuerda, iba bien sentado, con una gorra y chamarra gruesa, con bolsas de plástico por debajo para contener la sangre y no manchar el vehículo.

Su “trabajo” era básicamente vespertino. Salía de su casa a las siete de la noche y volvía alrededor de las cinco de la mañana del día siguiente.

En algunas ocasiones no regresaba a casa hasta después de un par de días.

Siempre volvía a casa, hasta que fue detenido por la Policía Estatal Preventiva luego de que le encontraron paquetes de mariguana.

Pasó solo horas detenido, luego lo dejaron ir. Posiblemente al decir para quien trabajaba y los dueños de la mercancía que transportaba.

Si bien, no le tocó estar en medio de una balacera, si llegó a rescatar a varios de sus compañeros quienes resultaban heridos en tras un enfrentamiento.

Empezó a ganar de 300 a 400 dólares por semana, nada que ver con los 800 o mil pesos que ganaba en las pizzas antes de ser parte del cártel.

Así, Julián se hizo de tres carros en un par de años. De ser un desempleado, comenzó a abrirse paso en el mundo del narcotráfico.

Incluso, asegura, lo mencionan en un corrido donde lo califican como el chófer más rápido de la zona.

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Dentro del mundo de las drogas, estas te tientan, lo cual no pudo evitar Julián, quien se hizo adicto particularmente del cristal.

Con las detenciones de varios miembros de la organización criminal, el “trabajo” pereció. En ese entonces, ya sólo llevaba despensas a las mujeres de los aprehendidos.

“El Teo” fue detenido en 2010 por elementos federales, su cabeza tenía un costo de 2 millones de pesos y se encuentra recluido en el penal de máxima seguridad El Altiplano, en el Estado de México.

Por su parte, “La Perra” también fue detenido en 2009, pero liberado en junio pasado. Parra Ramos se habría reintegrado al crimen, pero para los enemigos a muerte de los Arellano Félix, el Cártel de Sinaloa, donde es identificado como cabecilla y culpable de la violencia en Baja California.

Ya al final de sus días como criminal, se alió con una banda dedicada a cobrar cheques del seguro social de ancianos que acababan de morir.

Poco después salió del crimen. En cuatro años llegó a ganar más de 80 mil dólares, más de lo que su padre habría ganado en muchos años.

Ahora no tiene nada. Todo se lo gastó en alcohol, mujeres y drogas.

Actualmente, Julián está internado en una clínica por su adicción a las drogas. Su futuro es incierto, no sabe qué va a hacer cuando se rehabilite, tiene mucho por delante, sus 22 años de vida se lo dicen.

Con información de Excelsior

rgg