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Asesinar a sangre fría y cooptar políticos: confesiones de un sicario

El dinero y el poder, fueron las dos razones por las que aceptó ingresar al mundo del crimen organizado, asegura haber cometido cientos de asesinatos

Escrito en ESTADOS el

Desde los 16 años comenzó como halcón del Cártel de los Beltrán Leyva, hoy a los 23 es un sanguinario sicario de “Los Rojos”.

La invitación para formar parte del crimen organizado vino de un amigo con quien fumaba mariguana, así lo relató al noticiero de “Despierta con Loret” el criminal que por obvias razones guardó su anonimato.

El dinero y el poder, fueron las dos razones por las que aceptó ingresar al mundo del crimen organizado.

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Como halcón recibía 8 mil pesos mensuales, lo único que tenía que hacer era vigilar a la policía.

El tiempo avanzó y comenzó a subir peldaños en la organización criminal, luego de ser halcón se hizo “de tienda”, es decir, vendedor de droga.

Posteriormente se hizo sicario, era parte del círculo de seguridad de Antonio Román Miranda, “La Moña”, líder de “Los Rojos” en Morelos.

Antonio Román Miranda, “La Moña”

“La Moña” fue asesinado el 14 de abril del 2013, cuando su cuerpo fue encontrado en la carretera Tequesquitengo-Tehuixtla, municipio de Puente de Ixtla.

Para ser sicario, el integrante de “Los Rojos” asegura que tuvo una preparación previa en Acapulco, Guerrero, entidad bastión de los Beltrán Leyva en su momento y ahora de varias células criminales que emanaron de dicho cártel, muchas de ellas enemistadas entre sí.

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En la sierra de aquel estado hizo su preparación durante seis meses junto con otras 500 personas haciéndose llamar “La Guerrilla Roja de Guerrero”.

Torturas, matar y destazar gente, las principales enseñanzas que recibió en la sierra guerrerense.

“Íbamos y levantábamos a los ‘contras’ [bandas enemigas], ponían a cierto grupo de personas a que los destazaran. Si alguna de esas personas no tenía los requisitos para ser sicario, lo mataban y con él mismo se entrenaba”

El sicario asegura que en dicho entrenamiento los hacían comer carne humana como parte del entrenamiento para que “no tuvieras miedo con tus enemigos”.

Tras el auge de esta guerra contra el narcotráfico y el nacimiento de diversos cárteles de la droga, ha trascendido que en efecto como parte de un ritual de iniciación o simplemente por gusto, los miembros de las bandas criminales comen carne humana.

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Específicamente el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) y “Los Zetas” han sido señalados por estas prácticas caníbales.

A taco de chicharrón placero, a eso sabe la carne humana de acuerdo con este miembro de “Los Rojos”.

Tras los seis meses regresa a Acapulco, donde se dedicó de nuevo a la venta de droga por ausencia de “su gente” en la zona.

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Ahí estuvo tres meses, pues asegura, elementos de la Policía Federal lo secuestraron por tres días y luego lo aventaron a un terreno baldío.

En la cota guerrerense asegura trabajó para el Cártel Independiente de Acapulco (Cide), el cual, al igual que “Los Rojos”, emanó de los Beltrán Leyva.

Tras el incidente con los federales y con el permiso de sus líderes criminales, regresó a Morelos, donde “La Maña” lo reclutó.

“El Betito”, a quien señala como jefe de plaza de “Los Rojos” en el sur poniente de Morelos, le ofrece el municipio de Jojutla para que venda droga. De ahí, se va con “La Maña”, donde se hizo jefe de sicarios de toda la zona sur de la entidad morelense.

El sicario asegura que a la edad de 18 años fue cuando cometió su primer asesinato.

“[La primera vez] tuve miedo al principio, al ver que se estaba desangrando, que le votaba la sangre del cuello, pues sí me dio miedo y hasta me quedé el shock un rato, pero ya después es más fácil”

El criminal asegura que recibía 12 mil pesos a la quincena por ser jefe de sicarios, a los sicarios les daban 4 mil pesos a la quincena.

“Ponerles el ejemplo, enseñarles cómo se debe de trabajar, que no debes titubear ante nadie”, menciona sobre que implica ser jefe de sicarios.

Desmabraban a sus enemigos lo más que podían, luego los enterraban en fosas o los aventaban en ríos, todo esto en el sur de Morelos.

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Los políticos, dice, fueron sus principales objetivos, con ellos en la bolsa podían controlar las plazas. Contactaban a los presidentes municipales a través de sus secretarios o familiares que tenían trabajando en los ayuntamientos.

Cabe mencionar que el pasado 9 de marzo se dio a conocer que al menos 11 campañas municipales en Morelos fueron financiadas por Santiago Mazari, "El Carrete", líder máximo de "Los Rojos".

Santiago Mazari, "El Carrete"

"El Carrete" dio un millón de pesos a los candidatos para que ya en el poder les permitiera operar en la entidad y les diera una cuota mensual de entre 100 mil y 500 mil pesos.

El sicario menciona a Alberto Flores Patiño, “El Beto”, considerado mano derecha de “El Carrete”, como quien hacía los tratos con los alcaldes locales.

Y, en efecto, “El Beto” era quien recibía el dinero por parte de los alcaldes municipales.

Los funcionarios locales señalados son: Enrique Alonso, de Tlaquiltenango; Jorge Toledo, del Partido Humanista de Mazatepec; el panista César Augusto Franco, de Coatlán del Río; los priistas Alberto Sánchez, de Xochitepec; David Salazar, de Tlaltizapán; Jorge Miranda, de Amacuzac; Francisco León, de Miacatlán, y Dulce Medina, de Puente de Ixtla.

También Francisco Salinas, de Zacatepec, y Alfonso Sotelo, de Jojutla, ambos del PSD, y Luz Dary Quevedo, Alcaldesa de Tetecala por MC.

El criminal sostiene que también recibían un porcentaje de la obra pública que se realizaba en Morelos, además, decidían que empresa era la que tenía que recibir los contratos.

“Había empresas que nos ayudaban a cometer nuestras fechorías, los destazamientos y uno que otro levantado”

Sobre “El Carrete” asegura que no lo ha visto en los últimos tres años. La última vez que lo vio fue cuando acudió a Jojutla, luego de enterarse de que miembros de la organización realizaban secuestros en el municipio.

Las policías municipales también estaban dentro de su red de corrupción, algunos federales y soldados. A los uniformados eran amenazados y posteriormente recibían dinero, 2 mil pesos.

El sicario confianza que ha matado, sólo en Morelos, a 26 personas, pero en todo el país sólo detalla la cifra en “cientos”.

Asegura que ya no trabaja para el crimen organizado, que su familia y Dios fue la causante para que se saliera de la actividad delictiva.

Pide misericordia y perdón ante la religión que él cree, aunque en la muerte de sus víctimas no tuvo una, ni otra. Sabe que no se merece el cielo.